Pero cuando los años pasaron se dio cuenta de todo lo bueno que le habitaba, ella un día había decidido jugar y arriesgo todo para no quemarse, pero no pudo y el fuego la evaporo. Sin embargo se reconstruyo y permaneció, con miedos y angustias como las de antes pero ahora había una diferencia ella por fin pudo aprender que en el mas mínimo descuido se puede perder el juego. Su mentalidad cambio esa noche, en la cual mientras el ruido de los automóviles le hacían coro a sus tacones contra las baldosas; se permitió sonreír y ver los edificios que se veían opacados por la ausencia del sol, no tenia miedo y con un encendedor prendió el ultimo cigarrillo que le quedaba.
Encima de ella un cielo un tanto purpura le hacia compañía. Por fin encontró un lugar tranquilo y se quedo allí sentada sin preocupaciones de alguien mas, los faroles de la ciudad y las luces de los edificios junto con los semáforos cambiantes eran su atmosfera perfecta.
Ella se había adueñado de las calles.
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